Hay dentro de la comunidad internacional la idea de que la fase de acumulación capitalista conocida como Neoliberalismo ha llegado a su fin. No solo las posiciones de izquierda (socialistas/comunistas) son las encargadas de evidenciar este colapso, sino también posiciones de centro/derecha o de la aberración conocida como centro/izquierda. Así lo muestra, por ejemplo, la editorial del Washington Post escrita por Jorge Senior, quien describe con desconcierto, las condiciones que muchos llevamos denunciando años.
Esta perspectiva no parece nueva. En cada crisis se cuestiona la rapacidad del capitalismo, o al menos del modelo neoliberal, y se propone “ponderar un rosto más humano del sistema”. Lo que parece, relativamente, nuevo es la exigencia de muchas voces y la homogenización de una consigna: ¡Más Estado!
Esa consigna se ha convertido ya en un grito de batalla por parte de tiros y troyanos. Pareciera que hemos llegado a un momento en el que las posiciones de las diferentes fuerzas de izquierda o derecha se fusionan. El tablero político internacional se presenta como una caricaturesca parodia de un dibujo animado. Vemos en escena cómo Goku y Vegeta, los enemigos mortales, se unen para enfrentar una amenaza mayor: El Covid-19.
En México, los voraces, pero no muy capaces, miembros del sector empresarial han lanzado prestos su, no muy efectiva, algo confusa y muy patética, campaña por exigir al gobierno ¡Más Estado!
Por su parte, los asiduos usuarios de las redes sociales no han perdido oportunidad para reprochar la falta de compromiso y fe del empresariado a su, hasta hoy, omnipotente y omnipresente Dios Mercado. “Los neoliberales pidiendo más Estado. Un milagro más de la 4T”, se puede leer en no pocas cuentas de Twitter y Facebook.
Esta imagen puede impactarlo, querido espectador, e incluso confundirlo. ¿Han renunciado, cual cobardes paganos, los empresarios a su dios? ¿Han cedido y reconocen la paterna necesidad de un Estado fuerte que sea capaz de velar por los intereses del grueso de la población? ¡No! No se confunda y no se me apendeje.
Es imperioso entender la radical diferencia entre la versión del “Estado” de nuestros mexican curious business men and women y de la hecha y reivindicada por las verdaderas posiciones de izquierda.
El empresariado no está pensando en un Estado plural y democrático, que sea capaz de sacar al grueso del pueblo de este fétido y miserable en el que ellos mismos nos han sumido y al que eufemísticamente le dicen “crisis”. ¡No señor! Para ellos el Estado no es más que un obeso pedófilo y pederasta sacerdote, que se propone regular el culto al Dios Mercado, ese moderno Cronos que devora a quienes le permiten existir: los trabajadores y trabajadoras.
Mientras tanto, para nosotros, la izquierda proletaria, el Estado es una herramienta para el ejercicio clasista del poder. Por lo tanto, sirve a la clase que lo instrumenta. No es un ente independiente, con voluntad propia, sino un reflejo de la clase a la que sirve.
Por esta razón, aunque la consigan parece similar, no lo es. Mientras ellos piden más Estado, pero un Estado más servil para los empresarios, nosotros pedimos un Estado para el pueblo trabajador. Nosotros luchamos por un Estado Proletario.