Hace unos días fuimos testigos de una nueva, o no tan nueva, embestida mediática contra los albergues estudiantiles de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) ¿Por qué ocurrió esto? ¿Acaso estos ataques son tan inocentes y sólo se deben a una “bien intencionada” opinión pública? ¿Son necesarias las casas del estudiante? ¿En ellas viven puros vándalos? Trataremos de resolver estas interrogantes en las siguientes líneas.

Revisemos primeros los hechos de hace casi una semana: un vendedor de hamburguesas establecido por la plaza de San Agustín en el centro histórico de la ciudad de Morelia es golpeado por un sujeto, quien huye del lugar –aparentemente- hacia el interior de la casa del estudiante “Isaac Arriaga”, donde se conglomeran muchas personas buscando al culpable. Al no encontrar a esa persona, se comienzan a publicar en redes sociales fotos del agredido donde se culpa a moradores de ese albergue estudiantil; a la mañana siguiente ese linchamiento mediático es realizado en casi todas las empresas de medios de comunicación locales.

Comentarios racistas y clasistas inundan las redes sociales acerca de los supuestos culpables y de todo lo que huela a casas del estudiante. Inmediatamente moradores de ese albergue estudiantil dan una rueda de prensa donde explican lo sucedido deslindándose de cualquier culpabilidad. Después se comprueba que el sospechoso y presunto culpable fue morador de esa casa del estudiante, pero ya no vive ahí y lo están buscando las autoridades judiciales.

Aún explicado eso, siguen las ofensas y comienzan a salir algunos artículos de opinión para seguir atacando a los albergues estudiantiles. Hablan de casos de corrupción, clientelismo, desvío de fondos, que son grilleros y groseros; por falta de problemas (algunos ciertos, otros no tanto) y epítetos no sufrimos, sin embargo existe algo de fondo en esas acusaciones: acabar con las casas del estudiante y todo lo que representan.

Los albergues estudiantiles en el estado tienen una larga tradición de más de 100 años, donde han sido cerrados en algunas ocasiones debido a conflictos políticos con las autoridades gubernamentales y con lo más reaccionario y retrógrada de Michoacán: el clero. Pero siempre se han levantado de todos esos embates, demostrando que su necesidad y origen es más fuerte que todas esas calumnias y ataques.

Y es precisamente que las casas del estudiante existen porque son socialmente necesarias, gracias a ellas pueden estudiar los niveles medio superior y superior miles de michoacanos y de otros estados del país. Moradores y moradoras son personas que viven en condiciones de pobreza extrema, sin el apoyo que aquí reciben no podrían estudiar nada, quedando más rezagados y marginados.

Esta esencia popular es lo que las hace más fuertes, entre sus actividades se encuentran: la solidaridad con el pueblo en la lucha por su libertad y mejores condiciones; actividades de servicio comunitario en varias comunidades del estado; limpieza en varias calles de la ciudad; llevar la convocatoria de ingreso de la UMSNH a los lugares donde ésta no puede llegar; ayudar a ingresar a muchas personas que fueron discriminadas al ejercer su derecho de la educación en el acceso la Universidad; etc.

En promedio cada morador recibe 33 pesos diarios para mantenerse, ¿quién vive con eso? ¡Nadie! Pero ellos lo logran a duras penas por su forma en que están organizados y porque reciben precisamente una beca colectiva. En vez de pedir que se cierren estos espacios, deberíamos exigir que se abran muchos más que los precarios 35 que hoy existen en el estado, además del aumento en el subsidio a los ya existentes. Lo que hoy se gasta en ellos de todo el presupuesto anual de la UMSNH es apenas un 3 o 4%, cosa de nada.

Que si los albergues estudiantiles tienen problemas, sí, los tienen. Pero provocados precisamente por las autoridades universitarias, gubernamentales y por partidos políticos electorales que llegan a estos lugares para aprovecharse de su condición de pobreza y ofrecer dádivas a cambio de corrupción y de que se realicen ciertos tipos de prácticas.

Hoy, debemos luchar por la defensa de las casas del estudiante, porque se respete su carácter popular y colectivo, y porque se democraticen y expulsen de ellas a todas las personas que buscan corromper y manchar su esencia.

¡Vivan las casas del estudiante!

¡Educación democrática, popular, laica, gratuita y científica!