Michel Quesada
Hasta enero de 2019 la sociedad en Matamoros poco se distinguía del conjunto social en el que viven millones de trabajadores y trabajadoras en México. Después de la jornada por la dignidad en el movimiento 20/32, toda forma social comenzó a cambiar para bien dentro de la ciudad. Valores que parecían perdidos, como la solidaridad, el compañerismo, la fraternidad, la amistad, se fueron haciendo carne, fueron siendo parte de la realidad al calor de las batallas que iban ganando las y los obreros. Tuvieron que leer y ponerse en contacto con las leyes que les parecían inexistentes. La conciencia creció en una jornada de dos meses lo que no había crecido en 30 años.
Todos estos años de dominio y explotación desmedida por parte de las empresas, significó para Matamoros una abandono y estatismo sin igual. La violencia a la cual se han estado exponiendo los y las compañeras para llevar el pan a la familia, sumió a la sociedad matamorense en una continua reproducción de la misma hacia otros sectores más vulnerables, dónde el crimen organizado al acecho no titubeó para aprovecharse de la situación y fundar un emporio de muerte, droga y desesperanza.
Los obreros se encontraban entonces peleando en dos frentes, siendo violentados en el trabajo por las jornadas de 10 horas o más en el trabajo y después en la vivienda con los tiroteos y el terror que tenía escenario en las calles. Ante un porvenir de explotación no es nada anormal que jóvenes se rifaran el pellejo como delincuentes, apostando por un monto monetario más jugoso del que puede garantizar el trabajo en una maquila. Lastima decir que esta situación es algo “normal” o “natural”, pero el continuo empobrecimiento y explotación logró causar un cambio en el sentido común no solo en Matamoros sino en todo el país.
Este panorama desolador donde los y las obreras seguían con la venda en los ojos fue derrocado con el movimiento 20/32, pues más allá de ser una demanda meramente económica, se convirtió en un puño que dijo ¡Hasta aquí! a la explotación y a la miseria, al negocio de los líderes sindicales charros de la Confederación de Trabajadores de México. De la mano de ayuda y representación legal de Susana Prieto Terrazas, de compañeros que estuvieron dando su apoyo en los piquetes y paros, los y las obreras pudieron constituirse en un gran puño que asestó un golpe contra los empresarios, los “charros” y la bola de parásitos que viven del trabajo de las y los compañeros.
Hasta el día de hoy siguen levantándose compañeros y compañeras en el ánimo de conseguir lo que se merecen, son ejemplo de lucha para otras partes del país, La lucha de las mujeres obreras ha sido fundamental para la ola de victorias que ha sucedido en Matamoros y es algo de lo cual tenemos que aprender y resaltar como las compañeras de las distintas plantas que después de trabajar van a apoyar a piquetes en otras empresas. O la solidaridad en la lucha que no dudó ni siquiera un poco en aparecer cuando la policía Estatal llegó a reprimir a quienes mantenían cerradas las puertas de la fábrica.
Matamoros por fin está saliendo de ese “llano en llamas” en el cual había estado viviendo por más de treinta años, reverdecen los valores y la humanidad. Cuelga su abrigo bestial para retomar la humildad necesaria para constituir una nueva sociedad, es necesario que las y los compañeros no claudiquen en el camino y avancen a paso firme en el movimiento, construyendo una organización obrera lo suficientemente fuerte para quitarse a cada pulga, piojo, sanguijuela y lombriz que les está chupando la energía y la vida.
Construyamos el Sindicato Independiente Nacional de la Industria Maquiladora, esta operación será vital para el cambio de condiciones en que viven las y los compañeros no solo en Matamoros sino en todo el país. No olvidemos lo que ya conseguimos con el 20/32, recuperamos al compañero y a la compañera. Tomemos el cielo por asalto en la búsqueda de la dignidad y una vida mejor. Ni un paso atrás.