El fraude electoral establece una tiranía de facto, dado que viola el artículo 39 Constitucional:

La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

El fraude electoral es una constante en la historia de México. Manifiesta la firme decisión de la élite empresarial de mantener el control político y económico. Los fraudes electorales se desarrollan de forma violenta, mediante coacción, amenazas y asesinatos; en ocasiones parecieran batallas campales.

A la larga lista de fraudes electorales se suman los recientes fraudes en el Estado de México y Coahuila. Más allá de analizar, cómo ocurrió el fraude, seguramente en próximos días se conocerán algunos detalles. La principal enseñanza que podemos aprender es:

Defender y hacer respetar la voluntad popular, requiere de rebeldía, organización popular, movilizaciones, coraje, valentía y determinación.

¡O son ellos, o somos nosotros!

Hoy vivimos en un estado para y de los empresarios, ese modelo de país fracaso para el pueblo mexicano. Hoy, más del 50% de las personas vivimos en pobreza. La mayoría carecemos de servicios de salud, jubilaciones, empleos y salarios dignos.

¡Somos mayoría! El 95% de la población trabajamos asalariadamente o por cuenta propia. Llegó el momento de unirnos, sin importar gremio u oficio, para defender nuestros legítimos intereses y derechos.

¡Refundemos la república! Se requieren cambios profundos en la sociedad para eliminar los inmensos males que nos aquejan. Construir un nuevo Estado que ponga en el centro nuestros legítimos intereses y derechos de los trabajadores y trabajadoras y el crecimiento de nuestro país, que ponga a las instituciones y presupuesto público a nuestro servicio, que recupere nuestros derechos humanos y civiles, y restaure nuestro derecho inalienable de alterar o modificar, en todo tiempo, la forma de su gobierno.